La felicidad; buenas prácticas para cultivarla: camino a un estilo de vida que conecta con el bienestar. Una mirada de su historia y su aplicación práctica.

¿Qué es la felicidad?

Describir la felicidad en una sólo concepto puede ser arrogante de mi parte, ya que hay tantos significados como personas en el mundo, razón que me invita a realizar reflexiones basada en las diferentes disciplinas con el único propósito de darte como lector, una idea e invitarte a movilizar tus recursos de todas las maneras posibles para que un día llegues a escribir tu propio guion basado en tus aproximaciones & conceptos y entonces seas tú quien narre tu felicidad.

¿Cómo se manifiesta la felicidad en el cuerpo? El cuerpo físico es un canal que se comunica de manera constante, nos entrega señales que van manifestando diferentes estados, condicionado por los estímulos que le presentamos y que finalmente nos va a dar un mensaje de cómo estamos y cómo nos sentimos. La felicidad en el cuerpo se manifiesta de diferentes maneras: el disfrute es uno de los indicadores de bienestar, el placer, la gratitud, solo por nombrar algunos.

Entender que el sistema nervioso está conectado directamente con nuestro sistema digestivo y que de ahí la importancia de tener conciencia de los alimentos que consumimos y los estímulos con los que cargamos nuestro sistema, estímulos percibidos por muestro sistema nervioso que al final del día dan sentido a nuestra relación interna, esa relación con nuestra conciencia.

Históricamente el hombre se ha hecho la pregunta de todas las maneras posibles y en todos los lenguajes, quizá una de las preguntas más complejas para responder, que ha sido debate e incluso ha motivado al hombre a lograr hazañas casi imposibles de lograr, impulsando a la humanidad a lo impensable y lo imposible.

Un recorrido Histórico:

Dalai Lama plantea una verdad: El propósito último de la vida es ser feliz, y éste se logra básicamente entrenando la mente. Insiste en que la Felicidad basada en hechos externos, será una felicidad pasajera o más bien una falsa felicidad.

Sócrates planteó que la sabiduría y el conocimiento guiarían a los individuos por el camino correcto a alcanzar la felicidad, pero con el trascurrir de los años y desde la perspectiva histórica, cultural y social, su definición ha tomado un sentido más subjetivo y propio en cada individuo.

El Capitalismo indica que la felicidad está conectada con la productividad, en la lógica de acceder a recursos que sostienen un estilo de vida atravesado por el dinero.

La religión, conecta la Felicidad como un acto de Fe, entendiendo que se nos abrirán las puertas del cielo si actuamos en coherencia con la palabra de Dios en la Tierra, desde la obediencia, honrando la familia y todos los valores de la Santa Trinidad.

La psicología se ha esforzado en definir a la felicidad y en la década de 1930, Abraham Maslow identificó las necesidades básicas del individuo y a medida que van siendo satisfechas, surgen otras de un nivel superior o mejor, hasta llegar a una cúspide de plena felicidad, llamándole a esta jerarquía, la Pirámide de Maslow.´ Mihaly Csikszentmihalyi nos presentó las bases de la experiencia de flujo donde el individuo todo el tiempo busca nuevas experiencias que le entreguen satisfacción. Hoy por hoy existe una rama de la psicología llamada Psicología Positiva o de la Felicidad que se encarga de estudiar todos los factores que se interrelacionan con la experiencia humana de acceder a las Rutas de la Felicidad.

En economía, Richard A. Easterlin del Departamento de Economía de la Universidad del Sur de California, explica que las circunstancias de la vida y, en particular, el crecimiento de los ingresos, tienen efectos duraderos en la felicidad. Los economistas reconocen que esta depende de una variedad de circunstancias además de las condiciones materiales, pero han asumido durante mucho tiempo, una teoría denominada “más es mejor”, donde la principal implicación es que si los ingresos aumentan sustancialmente, entonces el bienestar general se moverá en la misma dirección.

La ciencia expone un concepto asociado a la predisposición física y genética del cuerpo para generar conexiones neuronales que facilitan la adaptación a los diferentes entornos. Ser feliz es un mecanismo evolutivo impreso en los genes, sin este, no se podría sobrevivir, por el hecho de que la búsqueda de alimentos y el proceso de reproducción son de las actividades esenciales a la sobrevivencia que están relacionadas con el placer y la felicidad. En un sentido más exacto la felicidad es un proceso neuroquímico que se puede estudiar desde dos sistemas cerebrales interconectados: el límbico y el extrapiramidal.

El sistema límbico ejerce el control de nuestras emociones y permite que se liberen los neurotransmisores que permiten conectar información de una neurona a otra, transmitiendo señales de tipo excitatorio o inhibitorio. Solo el 2%  de las neuronas, secretan neurotransmisores que influyen directamente en la felicidad: la dopamina, norepinefrina y la serotonina, de las cuales abordaremos con mayor profundidad más adelante en el texto ya que su producción está asociada en gran medida a los hábitos de vida que cada uno tiene.

¿Qué impacto tiene el cortisol en nuestro cuerpo?

Te suena familiar esta frase: Estoy muy estresado, pues bien; el cortisol se segrega sobre todo cuando sobrecargamos nuestro sistema de estímulos de tal manera que llega a disminuir la secreción de norepinefrina y serotonina en nuestro sistema nervioso y esto al final dificulta la conexión directa con el bienestar.

Volviendo, el sistema extrapiramidal, el núcleo accumbens es la región de nuestro cerebro que clasifica las sensaciones que percibimos, se encarga de las conductas racionales y nos ayuda en la toma de decisiones consientes.

La depresión se presenta cuando los circuitos sufren un desbalance donde la dopamina, norepinefrina y serotonina, que se encuentran intercomunicados, tiene una baja importante, esto se debe a diferentes factores asociados con el entorno y la predisposición, los cuales se podrán ajustar o no dependiendo de los recursos psíquicos y los hábitos de cuidado con los que se contemos; la alimentación, el ejercicio, hábitos como la meditación se encuentran en la lista de las actividades que mejor estimulan la felicidad y cuidan del bienestar.

Alegría, placer y satisfacción. ¿Qué esperar? Se suele confundir estos tres estados, vamos a diferenciarlos ya que los tres nos invitan a experiencias diferentes y se desencadenen por neurotrasmisores similares pero no son lo mismo.

La alegría es una emoción, por lo general se presenta como respuesta a una situación externa o interna que nos hace sentir muy bien y que por lo general manifestamos con risas o incluso con una sensación de euforia, puede durar hasta un par de semanas y tiende a desencadenar un estado con mayor durabilidad: la felicidad.

El placer está relacionado con las experiencias placenteras muy conectado con los sentidos, igual que la satisfacción, son sensaciones instantáneas o momentáneas producidas de manera exógena; por lo general la persona que la manifiesta presenta una falta de perspectiva frente alguna situación y en compensación a ésta se busca los estímulos materiales (comprar, consumo errático) que llevan a la sensación de satisfacción, pero ésta se enmascara en una falsa dopamina, es tan fugaz como un instante, a propósito de la Dopamina:

Es uno de los neurotransmisores más importante del Sistema Nervioso Central que participa en la regulación de diversas funciones como la conducta motora, la emotividad y la afectividad así como en la comunicación neuroendocrina. Liberada por el hipotálamo y estimulada por actividades como hacer ejercicio y aquellas que tienen que ver con la aprobación, por ejemplo: cuando se está enamorado hay una alta actividad dopaminérgica. Es importante entender que es volátil ya que de la misma manera que se eleva, de la misma manera disminuye, por esta razón mi recomendación terapéutica es ser muy consientes en la regulación, así evitamos esos bajones anímicos. Actividades como la meditación facilitan el control en el cuerpo y de paso se estimula la serotonina, otro neurotrasmisor responsable del bienestar.

A diferencia del anterior, la Serotonina es un neurotrasmisor estable que es capaz de permanecer en el cuerpo de manera constante si se estimula de manera correcta, con hábitos saludables que impacten el bienestar de la persona.

Neurotrasmisor relacionado con el control de las emociones y el estado de ánimo. Necesario para el equilibrio de nuestro cuerpo. Se produce en el estómago, específicamente asociado a los procesos de digestión, por esta razón hay una estrecha relación entre los nutrientes y los alimentos que le entregamos a nuestras células y el bienestar emocional, además:

  • Funciona como regulador de apetito, nos genera la sensación saciedad.
  • Controla la temperatura corporal.
  • Controla las emociones y los impulsos en el cuerpo.
  • Controla la actividad motora, la percepción y la función cognitiva.
  • En conjunto con otros neurotransmisores como la dopamina y la noradrenalina- participa en los mecanismos que controlan la ansiedad, el miedo, la angustia y la agresividad.
  • Tiene la capacidad de regular la secreción de otras Hormonas, como es el caso de la melatonina, una proteína entre cuyas muchas funciones está la de regular los ritmos circadianos y el sueño.
  • Facilita la formación de la estructura ósea.
  • Implicada en el funcionamiento del sistema vascular.
  • Estimula la división celular.

También conocida como la hormona de la felicidad, si aumenta los niveles en los circuitos neuronales, la persona experimenta una sensación de bienestar, tranquilidad, calma, relajación, satisfacción, además incrementa la concentración y la autoestima. Para producir Serotonina, el organismo necesita una sustancia llamada triptófano éste no se puede producir por sí mismo, por lo tanto debemos obtenerlo a partir de los alimentos, entre los más destacados: Huevos –Pastas – Arroz – Lácteos – Cereales – Pollo – Pavo – Plátanos –Leguminosas.

Además aumentamos los niveles de serotonina mediante la práctica regular de ejercicio físico, técnicas de relajación como, por ejemplo, el yoga, la meditación, los cambios de actividad, los viajes, los nuevos proyectos y el ocio saludable ayudan a mantener e incluso aumentar la producción de serotonina.

Bajos niveles de serotonina se asocia a enfermedades mentales, como el autismo, la esquizofrenia, hiperactividad, depresión, ansiedad, trastorno obsesivo compulsivo, agresividad, insomnio, estrés, entre otros.

Entender que como personas somos responsables de nuestro bienestar, que nuestro cuerpo es un reflejo del cuidado que le entregamos y que por supuesto nuestra salud mental y emocional también entran a ser parte de esta relación bidireccional.

Aprender a escuchar y sentir nuestro cuerpo es una de los grandes retos que enfrentamos hoy, por eso practicar el silencio y la meditación como fuentes de conexión con nosotros mismos es un verdadero regalo.

Son muchos los estudios que demuestran que lo hábitos saludables impactan positivamente la vida de las personas en las diferentes dimensiones del ser y siempre es un buen momento para cambiar nuestros hábitos de cuidado, entendiendo que nuestro cerebro neuroplástico se adapta y se ajusta a los estímulos constantes, generando aprendizaje que se instala de manera permanente.

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